Blog sobre Francisco de Goya. Espacio de amistad que aglutine a todos aquellos amigos de Goya o de lo que representa Goya, a la manera de un club on line.

Real Goya

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Lo que oculta la pintura

En el 1600 de la 21st Street de Washington, un  hermoso hotel en ladrillo rojo alberga, en la antigua residencia  familiar, la colección artística de Marjorie y Duncan Phillips.  Es la sede de la que se conoce como The Phillips Collection, excelente museo y colección conocida por el ancho mundo. Entre sus ochenta y tantas obras maestras más conocidas figuran piezas de El Greco (san Pedro penitente), o del mismo Goya (con igual asunto de san Pedro penitente). El museo exhibe también otras maravillas como una, salida de la mano de  Picasso ( La habitación azul, The Blue Room). Se trata de un oleo sobre lienzo de 50,6 x 61,6 cm. adquirido por los Phillips en 1927.

 La habitación azul de Pablo Picasso

La Habitación Azul. Pablo Picasso, 1901 Oleo sobre lienzo. 50,6 x 61,6 cm Phillips Collection . Washington

Este cuadro, pintado por Picasso en su taller del parisino Boulevard de Clichy a finales de 1901, está también inspirado en un  pastel de la misma colección (el Degas Tras el Baño), y oculta una pintura previa según hemos sabido hace escasamente unos días. La picassiana  Habitación Azul representa una amalgama de estilos y elementos artísticos y subyace en ella la presencia de un Picasso que como voyeur subrepticio observa a su modelo, tal y como canónicamente hace Degas con su modelo en Tras el Baño. Un tema al que Picasso regresará una y otra vez a lo largo de su vida.

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Personaje desconocido oculto bajo la pintura “La Habitación Azul”

Según informa el 17 de junio pasado desde Washington Brett Zongker, de Associated Press, científicos y expertos en arte han encontrado esta pintura oculta debajo de una de las primeras obras maestras de Pablo Picasso, La Habitación Azul (The Blue Room) utilizando los últimos avances en imágenes infrarrojas que revelan el retrato de un hombre con la cara apoyada en su mano, con chaqueta y corbata y con tres anillos en sus dedos.  La pregunta ahora es saber ¿De quién se trata?. De momento es un misterio. Se sabe que es una pintura de los inicios de la carrera de Picasso, en París, en el comienzo de su período azul, caracterizado por temas melancólicos. Y que a lo largo de los últimos cinco años, expertos de la Phillips Collection, de la National Gallery of Art, de la Universidad de Cornell y del Delawares Winterthur Museum han llegado a desarrollar una imagen más clara de este misterioso personaje oculto bajo la superficie del cuadro. De modo que la conservadora de la Phillips, Patricia Favero,  ha estado colaborando con otros expertos para analizar la pintura con tecnología de imágen multiespectral y escaneo de fluorescencia de rayos x, para intentar identificar los colores de la pintura oculta. Por ahora la investigación continúa, en medio de una operación casi detectivesca, mientras el cuadro está realizando una itinerancia por Corea del Sur hasta principios de 2015.  Se trata de una cuestión seria, razonable y muy bien planteada y sometida a rigurosa investigación.

Otra cosa bien distinta es lo que ha salido a la luz recientemente respecto a la compra de un goya de 1783 por parte del gobierno regional aragonés (DGA) en España y de la primera institución financiera de la región (Ibercaja), quienes a finales de 2006, con mucho cariño compraron conjuntamente el retrato de Don Luis María de Borbón y Vallabriga. Un retrato que oculta algo que no es, por cierto, otro cuadro. Lo que queda oculto para el contribuyente es averiguar por qué una pintura cuyo valor de mercado no superaba ni de lejos los dos millones de euros fue comprada por cinco veces más, es decir, diez millones de euros. Cuál es la razón última de semejante barbaridad.  Si bien es cierto que “todo necio confunde valor y precio”, basta analizar mínimamente una compra tan espectral como incomprensible para el común, para empezar a hacerse preguntas de manera torrencial: esta ha sido una actuación única pues que se sepa no ha tenido continuidad ¿o sí?. ¿Hay, por tanto, planificación? Si no es así, como parece, ¿a qué responde verdaderamente este comportamiento?. ¿Manejamos tanto dinero que hay que hacer algo que lo justifique? ¿Es eso?. Y, de repente, a alguien “se le ocurre” que como estamos en la tierra de Goya…. Vamos a usar a Goya –una vez más- para hacer ver que hacemos algo, que el nombre de Goya siempre adorna mucho y a la gente la  tranquiliza/anestesia. No es por tanto un retrato oculto, como en el  Picasso, sino que se trata de un retrato que oculta algo. Oculta que una fundación PLAZA (Plataforma Logística de Zaragoza) financiada por el consejo de administración de esa plataforma logística (sic) tiene el dinero suficiente, mucho, perfectamente dispuesto para gastarlo de manera tan ilógica como precipitada, hasta el punto de que la asociación Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (APUDEPA) presentó una denuncia ante la fiscalía por “un presunto delito de malversación de caudales públicos”. A esta compra la citada Fundación Plaza la incluye, eufemísticamente, en el por entonces en boga proyecto de “responsabilidad social corporativa” . ¿Divertido, verdad?. Ya decía el propio Goya que “en acordándome de Zaragoza, me quemo vivo”. Pues dos siglos y medio después las cosas no han cambiado mucho.

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Don Luis María de Borbón y Vallabriga Oleo sobre lienzo.  130 x 116 cm. Francisco de Goya, 1783

Si los mal formados administradores responsables (¿) de tal fundación utilizan de este modo un dinero que no es suyo, habrá que convenir que el altruismo , que según define la RAE consiste en la “diligencia en procurar el bien ajeno aún a costa del propio”, es una quimera para esta gente. Desde luego son cualquier cosa menos altruistas, lo que ruboriza a todo ciudadano decente. Porque  esta clase de usos y costumbres, actualmente y por fortuna bajo la atenta y vigilante mirada de la Justicia, suponen sin duda la irresponsabilidad, la desmedida ambición personal y la falta de sentido del Estado de unos sectores desgraciadamente habituados al trato de privilegio. Pero hoy en España, y a sus efectos nos remitimos, los ciudadanos están en manos de idólatras del dinero, al que han puesto en el centro de sus vidas. Y así se entiende mucho mejor que si en el Ranking Shanghai, el más prestigioso del mundo en la clasificación de las primeras 500 universidades, hay que bajar al puesto 200 para encontrar a una española, la Universidad Autónoma de Madrid; entre las primeras 400 hay sólo cinco españolas, pero por desgracia la universidad de la tierra de Goya no está entre esas 400. No es de extrañar, en consecuencia, la falta de responsabilidad social y la ausencia de criterios morales de una clase dirigente (¡!) en una sociedad a la que se toma el pelo con toda naturalidad, y a la que se niega sistemáticamente toda clase de explicación.

El cuadro al que nos referimos es un retrato complaciente pero amanerado, empalagoso, blando y poco brillante y quizás está de más, por innecesario, para aumentar la nómina de goyas en la ciudad natal de Goya, Zaragoza, que ya cuenta con magníficos ejemplos de retratos, como el del Duque de San Carlos (Canal Imperial de Aragón) y el de Don Félix de Azara (Ibercaja). Si bien es cierto que el retratado don Luis María de Borbón y Vallabriga   es hijo de la zaragozana María Teresa de Vallabriga, esposa que fue del Infante don Luis de Borbón y que llegaría a ser cardenal de la iglesia católica  y en tal condición retratado brillantemente, esta vez sí, por un Goya más maduro. No es este, en conclusión, un cuadro ni siquiera necesario en Aragón; había, y hay, otros mejores en calidad y significación y que podían haber sido comprados por muchísimo menos dinero. De eso no hay ninguna duda. Pero montado así el asunto, se entra en la mecánica habitual de esta muy particular clase de mecenazgo: aparecen agentes comerciales y aunque algunos lo deploren, el desarrollo del mecenazgo entraña la creación de una suerte de “mercado” con una oferta y una demanda. Habitualmente, los ofertantes y los demandantes prefieren entrar directamente en contacto, sin ningún intermediario. Ocultarse. Debe ser éste  el caso, en el que tampoco parece que hayan intervenido, por la parte compradora, verdaderos expertos ni en la obra de Goya, ni en sus precios de mercado, ni en la realización de compras de esta envergadura, con lo que podríamos concluir que todo apunta a un acto fallido, llamativamente oculto y más que digno de ser aclarado.

¿Qué podemos hacer nosotros, simples contribuyentes que presenciamos, con ojos de gallina, una España destrozada y en la que la lentitud de nuestra Justicia llega siempre con retraso?. Aunque llegue. Siempre tenemos el consuelo de recordar a nuestros mayores, a nuestros maestros y a la gente digna y decente, muchísima, que ha habido y todavía sigue habiendo en España:

El profesor Julián Gállego en  su excelente libro El Pintor de Artesano a Artista (Universidad de Granada, España, 1976 )  ilustra sobre la nobleza e ingenuidad de la pintura y ofrece algunas de las variadas maneras de mostrar un cuadro e, incluso, de ocultamientos y otras visiones subrepticias de la pintura. Por otra parte, el profesor Gállego también cita a Palomino en su tratado sobre la teórica y la “práctica” de la pintura (1715), que en un maravilloso exabrupto,  asegura que “no escribe para los varones, doctos y eruditos, que la conocen (la Pintura) y ensalzan, ni para los heroicos príncipes y caballeros, que la ilustran, la honran y apadrinan; pues para los unos sería ofensa suponerles tibios en el conocimiento de una verdad tan constante; y para los otros sería agravio persuadirles de un supuesto evidente: sino para un cierto, indiscreto vulgo que teniendo por ultraje saber algo, hace razón de estado el ignorarlo todo; revestido de una caballería fantástica, forjando de la ignorancia, el ocio y el vicio los blasones de su nobleza. ¡Raro linaje de bárbaros! Hinchados con la soberbia de una vana prosperidad, siendo mudo argumento de una fortuna ciega y tácita reprensión de un hado injusto, mirando con menosprecio a los artífices y hombres eruditos, llenos de ciencia y experiencia, sin tener ellos más ornato que leer mal y escribir peor: mas para estos en vano es disputarlo; porque ni ellos han de leerlo, ni su aprobación ha de ilustrarlo, como ni su desprecio abatirlo…..”

Así pues, la cuestión es vieja como el mundo y la ilustra también el propio Goya en el capricho 38 Brabísimo!, en el que proclama que hay mecenazgos que se prestan sólo por fatuidad.

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38. Brabísimo! Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca. 219 x 152 mm

Si por último consideramos un cuadro como algo tangible y, no sólo eso, sino también como algo intangible, merece por ello  extraordinario respeto y no puede o no debe ser alterado o dañado, como ejemplarmente demuestra la Phillips Collection. A pesar de todo lo anterior queremos ser caritativos, y para ello recordaremos para terminar al  ilustrado Jovellanos, que en su Elogio de las Bellas Artes se preguntaba:

“Quién es éste, dirán, que desde el foro viene a consagrar su estéril y desaliñada elocuencia a un objeto tan nuevo para él y peregrino?  Y, a la verdad, señores, ¿qué hay de común entre los serios y profundos estudios de un magistrado y el sublime y delicado conocimiento de las bellas artes?”

Gonzalo de Diego

Goya festivo

¿Era Goya un disfrutador de la vida? Parece que sí, que efectivamente disfrutaba de la caza, de los toros, de la vida y sus placeres en general puesto que en algún momento lleva una conducta de cortesano bastante disipada, es cierto, pero ni más ni menos frívola, en principio, que lo acostumbrado en una posición social pública como la suya. Por tanto, si su carácter era también éste, habrá que convenir que tiene razón Robert Hugues cuando afirma que Goya “era además un epicúreo convencido, puesto que sabemos que le apasionaba todo lo sensorial: el olor de una naranja o de la axila de una niña, el aroma del tabaco y el regusto del vino, el ritmo palpitante de un baile callejero, el juego de luces sobre el tafetán, el muaré, el simple algodón; el arrebol expandiéndose en el cielo de una tarde estival o el pálido brillo de la culata de nogal finamente tallada de una escopeta. »
Y que como tal disfrutador, en su epicureísmo practicaba una doctrina de un paganismo típicamente laico y mediterráneo, práctico pero ligero, que buscaba sobre todo procurar el sosiego necesario para una vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los dioses o la muerte quedaran definitivamente eliminados. Al fin y al cabo Epicuro proponía la realización de la vida buena y feliz y las relaciones amistosas entre sus correligionarios, lo que teóricamente es un equilibrio perfecto entre la mente y el cuerpo que proporciona la serenidad o ataraxia.

comicos ambulantes Goya

Cómicos ambulantes, 1794 (detalle)  Madrid, Museo del Prado

Pero Goya no era siempre así, aunque ciertamente lo manifiesta con toda claridad en momentos muy concretos de su vida, como cuando ya en la cincuentena envía una carta a su gran amigo Martín Zapater entre el 12 y el 25 de diciembre de 1797, en la que muestra efusiva y gráficamente la gratitud de un grupo de amigos a Martín Zapater por su invitación a bebida, comida y a un balcón en la muy distraída Plaza Mayor de Madrid, con motivo de haber sido premiado en los sorteos del Real Empréstito.

La carta dice así:

Poderosissimo, generosissimo, y esplendidisimo Señor Don
Martin Zapater.
Mui Señor nuestro, y de la mayor veneracion y respecto:
Envargados del aprecio, y de el reconocimiento a la vondosa
generosidad de vuestra merced y aun mucho mas de los
esquisitos manjares, delicados vinos, y suavisimos licores, con
que de orden suia hemos celebrado las felicidades, con que la
suerte ha favorecido su embidiable dicha, y fortuna, no
podemos dar a vuestra merced (como es de nuestra obligación,
que reconocemos, y confesamos) tan cumplidas, y espresibas
gracias quantas eran merecedor por su garbo, y esplendidez;
Quien podria pensar, ni discurrir, que un cutre que un caribe
como vuestra merced habria sorprehendido con tanta galanteria
nuestros animos, dispuestos (como tan interesados) á festejar, y
aplaudir sus dichas; nadie; y asi nos hemos exaltado a tal punto,
que la alegria casi a pasado a ser inmoderada,! que brindis! que
repeticion de Botellas,! que Cafée que plus Cafee:! que botellas!
que copas por el aire!: no hay mas que decir, sino que el christal
de la Casa se ha renobado; y a todas estas solo se oian las alegres
voces de, viva Zapater, que excelente hombre, que buen Amigo:
viva, y mas viba. Saque Lotes, y mas saque, a feé que tiene
berdaderos Amigos que se lo celebren, y den gracias a el Altisimo porque egercita con hombre tan digno sus vondades;
concluimos nuestra funcion con toda felicidad, y alegria, pero
que sorpresa tan nueba nos acomete en este instante! un criado
que trae un coche Simon, y un recado de parte del mismo Señor
que ha dado el convite nos tiene prebenido el Balcon sobre la
villa para que nos divertamos, y descansemos de las fatigas de la
celevridad, ó gran dia, dia feliz, en que se han aplaudido tantas
felicidades, tantas dichas y tantas generosidades; no lo sera
menor en el que reciba vuestra merced esta, como lo aplaudira,!
como lo celebrara,! y como confesara, que son verdaderos
Amigos suios y que no desean otra cosa que las satisfaciones de
vuestra merced, sus dichas y sus regocijos, estos son sus mas
agradecidos y atentos Amigos y Servidores Que Su Mano Besan.
Servidos de Damas no de Zambombos.
… … …
Pasquas
Pedro de Garro [rubricado]
… … …
Francisco de tus Glorias ó de Goya [rubricado]
… … …
Pascuas
Julian Baquero [rubricado]
… … …
El ultimo congregante de los Putos
Santa Maria [rubricado]
… … …
Felices Pascuas: se las desea á vuestra merced muy de veras
¡O generoso Aragones! Su fino amigo
Francisco Diz [rubricado]
… … …
Pasquas
Josef Zamora [rubricado]
… … …
Pasquas y salud y salud para fundar esta obra pia.
Antonio Ferrer [rubricado]
… … …
Pasquas: Pasado en el serrallo de Musiu. Firma y re y [signo] en
testimonio de Verdad [dibujo de una cruz notarial]
Mrel Escorial [rubricado]
… … …
Todos Borrachos
El Rojete [rubricado]
… … …
Pascuas de Nicolasa Lazaro [rubricado] con su tortada como una
rueda de coche.
[Dibujo de un torso femenino de perfil con una trompa en la boca ].
… … …
que rico pastel dengila escelente
Josefa Bayeu [rubricado]
 

carta a zapater Goya
Carta a Zapater, entre 12 y 25 Diciembre 1797

Adornan la carta dos dibujos. Uno, de una figura femenina de perfil (Nicolasa Lázaro) que en la carta alaba el pastel de carne o huevos que le había tocado. Y otro una figura de espaldas, a cuatro patas en el suelo y mostrando ostentosamente su trasero desnudo. Tal y como afirma el propio Museo del Prado, propietario de la carta, “Se ha visto siempre como una figura de mujer, pero es en realidad masculina, por las formas musculosas de las nalgas, los muslos rectos y, sobre todo, el sexo que se aprecia bien entre las piernas. También el peinado lo indica, según la moda del pueblo de fines del siglo XVIII, con el pelo recogido en la parte de atrás como con redecilla, o su atuendo, con la camisa blanca levantada sobre la espalda y sus calzones bajados, descritos con rapidez en la línea horizontal que cruza los muslos, así como en los grandes y bastos zapatos. Zapater, el único espectador de la carta, debió de comprender el significado de la broma de sus amigos, tanto si hacía referencia, por ejemplo, al opúsculo de Francisco de Quevedo, no sabemos si muy conocido entonces, de Gracias y desgracias del ojo del culo. Era un periodo en el que Goya había estado especialmente interesado en el escritor español, cuyos Sueños inspiraron sus Caprichos.”

Nada predispone mejor para el buen humor como una buena bodega y una cocina más o menos delicada. Ciertamente, la descrita no era una comida diplomática en Viena, sino que los comensales, sueltos de lengua y pluma como resultas del vino, son gentes que parecen poco acostumbradas a lindezas, aunque sí son todos de muy buen diente. Y en la carta se respira nítidamente que aquello fue también, como diría Julio Camba, una juerga, una romería, un día de jolgorio y de bullanga en el que nuestro protagonista se organizó su día con los amigos dispuesto a comer, beber, cantar y bailar hasta el límite de su resistencia física. Semejante banquete es también el homenaje al generoso amigo en cuyo transcurso no hay sólo arte: hay una emoción sincera y cordial, que es la emoción del sol, de la sangre y del peligro, y hay también mujeres hermosas, con las frescas y encendidas mejillas tocadas por la mantilla clásica. Ya sólo falta, si algo ciertamente faltara, un buen puro y una siesta, ya que falla la corrida de toros, muy deseable para Goya pero imposible en el mes de diciembre madrileño.

Gonzalo de Diego

Goya, patrimonio de la humanidad

La Unesco adoptó en 1972 la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. Tras la unificación de criterios de 2005, hay un grupo de diez criterios  (6 para bienes culturales y 4 para bienes naturales) y para poder estar incluido como Patrimonio de la Humanidad, un sitio o un bien debe tener un valor universal excepcional y satisfacer al menos uno de los diez criterios de selección.

El punto primero, “Representar una obra maestra del genio creativo humano”, parece perfectamente aplicable a las obras de arte de carácter excepcional, puesto que el arte es testigo de los movimientos culturales. También y al menos los puntos tercero y sexto son susceptibles de ser aplicados a las obras de arte originales que posean características de señalada importancia y a las que la sociedad ha dado un carácter de duración y de continuidad.  Y algo muy digno de ser destacado: cada sitio Patrimonio de la Humanidad pertenece al país en el que se localiza, pero se considera en el interés de la comunidad internacional y debe ser preservado para las futuras generaciones. Lo que aplicado a las obras de arte se refiere indudablemente a la propiedad del bien, al propietario del mismo dentro del amplio conjunto de la sociedad internacional.

En consecuencia, y como quiera que desde el punto de vista material una obra de arte también tiene un carácter transitorio y mudable, una cualidad efímera, será obligado e imprescindible que los propietarios y depositantes de aquellos bienes –obras de arte en este caso- como puedan ser Museos, Fundaciones, Instituciones Culturales, Sociedades y coleccionistas privados se consideren física y moralmente comprometidos de manera directa con la mejor conservación y protección de dichos bienes, al margen de cuestiones que en este contexto pueden considerarse menores, como la catalogación o la atribución.

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Statens Museum for Kunst. Copenhague

¿Es o no es Patrimonio de la Humanidad un Goya? ¿Y un Rembrandt, o un Velázquez?. ¿Acaso no lo es el Altar de Pérgamo? ¿Las cuevas de Altamira?. En mi opinión ¡claro que lo son! Y de ahí la enorme responsabilidad de sus propietarios a la hora de guardarlos bien cuidados, bien protegidos, bien presentados. No digamos ya, en su caso,  a la hora de transportarlos y exhibirlos.

La época de las grandes exposiciones internacionales terminó con el inicio de la última crisis financiera internacional o, mejor dicho, cuando ésta estalló en los USA y se propagó por todo el mundo. Aquellas grandes exhibiciones que cruzaban mares y océanos en avión, con el consiguiente riesgo enorme para la integridad y la herencia generales. Aquellas pólizas de seguros que, en justa correspondencia, alcanzaban cifras mareantes, únicamente asumibles merced a los avales de los propios estados.  Aquellos riesgos excesivos, pese al acompañamiento de correos y especialistas tanto en los viajes como en los impecables embalados, desembalados y colocación final de las piezas, supervisión de iluminación, de humedad y de seguridad generales….. Todo aquello entró en un impasse del que algún día se supone que saldremos y volverán a reanudarse –seguro que con otras disposiciones y redobladas vigilancias- lo que significará que la crisis ha sido superada, digámoslo así, y se puede volver a soñar con tal clase de acontecimientos culturales masivos.

Pero no hay pausa ni descanso para la conservación, para el mantenimiento ni para todos los cuidados, como tampoco el grado de responsabilidad ética habrá variado ni un ápice a la baja, sino todo lo contrario. La responsabilidad del cuidado y vigilancia de bienes calificados como patrimonio común seguirá en lo más alto y sofisticado. Porque lo más importante en este asunto y en lo que no hay que cansarse de insistir es en el cuidado, es decir, la conservación del bien y su aseguramiento. Mucho más que su clasificación, catalogación  o inventariado, que no dejan de ser variantes en extremo aleatorias. Y que dichas funciones se depositen en manos solventes y experimentadas.

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Del friso del Partenón de Atenas. Museo Británico. Londres

¿Acaso el British Museum no seguirá siendo la casa común, el conservatorio o morada del Partenón ateniense, o de la piedra roseta o de tantos y tantos tesoros de la humanidad? ¿O el Museo Pérgamo de Berlín para el Altar de Pérgamo?. Puesto que nada habrá cambiado, ni está cambiando, ningún personaje de segunda fila deberá poder dirigir esta clase de cuestiones en ese Museo. Ningún personaje irrelevante, sin categoría probada, podrá ni deberá tener acceso a decisiones de tamaña importancia. Por pura temperatura moral, nadie que confunda las prioridades o que, llevado de su propio egoísmo, pretenda acaparar unos bienes que son patrimonio de la humanidad.

Lo mismo, corregido y, si cabe, aumentado, podemos decir de la National Gallery de Washington a la hora de considerar desde sus Giotto a la última cena de Dalí, pasando por Memling, Leonardo, Rafael, Velázquez, Goya (Marquesa de Pontejos), Rembrandt, Picasso o Matisse. O del arte egipcio en el Metropolitan de Nueva York. ¿Se le pasaría por la cabeza a alguien, en Basilea, despreocuparse mínimamente de su Gerard David, de Holbein, Cézanne, Braque, Gris, Klee o Alberto Giacometti?. Seguro que no. Y así para Mantegna, esté en el Museo o colección que esté, o para los Goyas del Museo de Sao Paulo, como el retrato de don Luis de Borbón, el de la Marquesa de Casatorres o el soberbio retrato de don Juan Antonio Llorente.  Y centenares de Museos y colecciones, de obras maestras del arte a lo largo y ancho del mundo, como puedan ser las de arte primitivo en el Museo  del quai Branly de París, o la conservación y exhibición del arte en la National Gallery de Washington y, por supuesto, el Museo del Louvre, la pintura de Velázquez, la Flamenca,  y la de Goya en el Museo del Prado. ¿Acaso alguno de estos recintos del privilegio artístico no mejoran sus instalaciones, su seguridad, su previsión día a día, aún en tiempos de crisis? . Como no podía ser menos, se limitan a guardar el legado recibido de la mejor manera posible.

Así pues hablamos de la evolución del concepto conservar  y de su responsabilidad social.  Los ejemplos son múltiples y muy conocidos y las salvaguardas, precauciones y el merecido respeto por estos bienes trascienden la mera propiedad o posesión del bien, para alcanzar un grado muy alto de responsabilidad por su custodia y mantenimiento. Esta es una cuestión vital y proporcionalmente   mayor   en países como España, Francia o Italia, poseedores de colecciones inigualables. Y a este respecto parece obligatoriamente exigible la puesta al día en lo concerniente a  mantenimiento y seguridad. Por ello son dignas de señalar las iniciativas que sirven de referencia, como la que acaba de tomar la Fundación Mapfre, en Madrid, que en varios idiomas ha publicado en su página web una Guía de Conservación, Manipulación y Exposición  para colecciones de arte contemporáneo sobre papel, redactada por Jorge García Gómez-Tejedor y Pilar Montero Vilar y que es perfectamente extensible a toda clase de papeles  y estampas de otras épocas,  si tenemos en cuenta también las cuestiones relativas a sus componentes técnicos, las alteraciones posibles y los diferentes tratamientos para la restauración  y, de manera similar, las correspondientes para las pinturas y las esculturas. En la guía se pormenoriza sobre las salas de archivo y su planificación, las condiciones medioambientales, los contenedores y el almacenamiento, las condiciones sociales y las correspondientes inspecciones. Un trabajo clave e imprescindible.  Realgoya quiere felicitar desde aquí a la Fundación Mapfre ya que esta ejemplar publicación constituye en sí misma una guía profesional de obligado cumplimiento, que como ejemplo eficaz deberían seguir al pie de la letra todas las colecciones que se consideren dignas de tal nombre.

Por último y  en este mismo contexto podemos concluir también que el conocimiento de las técnicas pictóricas, dibujísticas o escultóricas, pero también de los problemas fundamentales de la conservación y la restauración, son indispensables cuando se proponen y estudian intervenciones específicas recomendadas por los científicos, los técnicos y los conservadores en los Museos y Colecciones más importantes. Porque este tipo de actividades contribuyen también a su misión de servicio a la sociedad ya que el Museo, encrucijada del arte y de la historia, prueba cada día, de manera viva y dinámica, que el pasado ilumina el presente y, como dice el Eclesiastés I, 9., “Lo que ha sido, lo que será, lo que se ha hecho y lo que se hará; y que no hay nada nuevo bajo el sol”.

Gonzalo de Diego

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