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Blog sobre Francisco de Goya. Espacio de amistad que aglutine a todos aquellos amigos de Goya o de lo que representa Goya, a la manera de un club on line.

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El atrevimiento de mirar. ANTONIO MUÑOZ MOLINA. • G&L3

El atrevimiento de mirar. ANTONIO MUÑOZ MOLINA.

CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN Goya y el mundo moderno.

 

En el Catálogo de la Exposición Goya y el mundo Moderno, Antonio Muñoz Molina escribe un artículo titulado El atrevimiento de mirar. El mismo título lleva el libro publicado por Galaxia Gutenberg que incluye además otros dedicados a artistas como Hopper, Picasso, Schad, Genovés …escritos realizados a lo largo de 20 años .

Debo confesar una peculiar simpatía por el autor de Beatus ille, la primera novela que leí. Pero además, mi admiración por la valentía moral de este escritor que ha denunciado tantas veces y de diversas maneras la cultura empobrecida y adormecida de este país. También he disfrutado de sus magníficos artículos sobre arte, artistas y exposiciones publicados en el diario El país, en un tono apasionado, profundo, el tono de un espectador enamorado, diría , que denotan no sólo a un amante del Arte sino a un hombre que sabe mirar , que ha aprendido a mirar. En ese “oficio” sus maestros de formación han sido Pierre Francastel, G.C.Argan, Gombrich, Panofsky.

Muñoz Molina habla en voz alta y clara, con la dignidad que implica tomar partido, por ello, PUEDE escribir sobre Goya como lo ha hecho.

 

Molina nos habla del acto de mirar, de cómo mirar sin querer ver, mirar negando lo que se ve, mirar y esconder la mirada…Los acontecimientos feroces de cada día hace que las gentes se acostumbren al horror siempre y cuando “esté lejos”, pero también negando su realidad, un espectáculo que sucede en la tele…

Dice Molina: “ a Goya no lo domestica ni lo trivializa nadie. Sobre él no actúa el anestésico de la familiaridad” y “los Desastres” no tienen que entenderse como una afirmación de auten-ticidad en el testimonio de algo que habría sucedido tal como se representa, sino como una declaración de principios “.

Mucho más tarde la fotografía, dio testimonio de una veracidad incontestable : esto fue, esto sucedió, aquí está la prueba.

“La mirada implica consecuencias políticas y morales …La función explícita de una cantidad inmensa de relatos y de imágenes, ahora igual que en los tiempos de Goya, es ocultar y mentir”.

“No es que Goya mire sin tomar partido. Testimonia lo que los hombres se hacen unos a otros..…”, …“o se mira o no se mira. Si se cuenta sólo una parte de la verdad se está mintiendo”.

 

Estos textos , que quizás hayan pasado un tanto desapercibidos dada la magnitud de la Exposición en número y calidad de las obras, merecen nuestra atención, sobre todo hoy, cuando la barbarie es noticia de cada día.

 

S.Pagliano.

Arte meditado

Hay cuadros que valen por toda una exposición. Y que no siempre son los que en ocasiones vemos, aislados, en los museos; pero hay excepciones a esta regla, como cuando nos traen a casa el “Inocencio X” de Velázquez. Hace unos pocos años, ese retrato inaudito visitó temporalmente el Museo Nacional del Prado. El problema, en casos así, es hacer cola o buscar la recomendación para lograr verlo con mayor tranquilidad, sobre todo si vives fuera de Madrid. O acordar fecha y hora….. que se reduce a ¡cinco minutos! y en grupo. Son los problemas derivados del marketing de la cultura de masas.

 

InocencioX

Retrato de Inocencio X
Oleo / lienzo, 140 x 120 cm. Diego Velázquez, Agosto de 1650, Galería Doria Pamphili. Roma (Italia)

Cabe el consuelo de viajar a Roma, o de aprovechar un viaje allá, para acercarse por el Corso hasta el número 305, muy cerca de la Piazza Venezia y entrar por un pasaje relativamente bien señalizado al excepcional Palazzo Doria-Pamphili, que alberga a la también conocida como Galería Doria-Pamphili. Allí, un día de labor y a una hora cómoda, pongamos a media mañana, tiene uno la inmensa fortuna de llegar, casi en solitario, al camarín que lo alberga y que fue construido ex profeso en el siglo XIX. Allí está el Inocencio X (nacido Giovanni Battista Pamphili) de Velázquez, realizado en el verano de 1650, en compañía únicamente del busto que le ejecutó Bernini. Y está para uno sólo, si tienes esa fortuna. Nadie va a importunarte; nadie vendrá a “empujar” para que termines y te vayas. Nadie te dirá, ¡qué horror!, que tus 5 minutos se han terminado. Puedes estar media hora o más tiempo y disfrutar de tan increíble fortuna. Podrás meditar el arte como pocas veces en la vida. Y ante semejante magnitud, la pregunta: ¿cómo creer que el pintor de un cuadro como éste no había alcanzado todavía su cumbre? ¡claro que la alcanzaba!. Terminado el festín y renovados internamente por tal ilusión creadora, después de todo, al despertar de la meditación y del sueño del tiempo y salir al Corso, sólo una buena Osteria o Trattoria logrará atemperar debidamente la “vuelta al mundo”, y si has elegido bien, a tu reconfortado espíritu.

Semejante “exposición única” ¿sería visitada por Goya?; ¿vería el aragonés esta maravilla de retrato?. Lo ignoro, pero debió verlo; máxime conocida la admiración de Goya por su compatriota Diego Velázquez. Y porque allí estaba Goya , en la Roma de 1770, cuando realizó su viaje a Italia, a la manera del buen y aplicado artista europeo en su particular grand tour. No tiene más que 24 años. Esto supone, según la ley común de la época, 26 años todavía por sufrir. Pero como se trata de un prodigio genético, le restan todavía, en realidad, 58 años de arte meditado.

Escribe Katharina Hegewisch. “el arte sitúa un espejo frente al individuo ante quien aparecen el reflejo de sus nostalgias, de sus problemas, de sus angustias y de sus utopías; vuelve lo privado público y permite vivir experiencias por procuración. Funciona como un sismógrafo que registra las fluctuaciones de la existencia; nos obliga a mover, desasegura, excita y provoca. “ (l’Art de l’exposition, Ed. Du Regard. Paris. 1998).

Pues bien, a día de hoy por poco aficionado a las bellas artes que seamos, todos hemos visitado exposiciones que quedaron grabadas en nuestra retina y memoria, y otras que rápidamente fueron olvidadas, justa o injustamente. Y añade Hegewisch que “cada uno recibe el arte de manera diferente. Saber si una exposición será percibida como un templo, un infierno o una feria, si se transformará en triunfo o en fiasco financiero, esos son los elementos sobre los que no se puede influir más que parcialmente. El éxito es un concepto relativo, que para el organizador se define de manera diferente que para el artista o el público.”

Como decíamos más arriba, hay cuadros que valen por toda una exposición, pero quizás tan importante, o más, es saber reunir las obras de arte y darles un valor añadido si ello fuera posible. Se trata de una plusvalía intelectual y moral que se constituye en un derecho inalienable. Me refiero a aquellos comisarios de exposiciones con criterio expositivo que saben cómo hacerlo; tienen esa capacidad, esa nobilísima virtud que les hace responsables del contenido y de la forma de la exposición, así como de la puesta en escena. Ciertamente también los hay, por infortunio, cuya gracia reside en lugares innombrables del cuerpo humano y que nos proporcionan la desdicha de componer auténticos bodrios, confeccionados a base de buenas obras de arte o, peor todavía, en extrañas macedonias de buenas y malas obras. Sí, es toda una desgracia que ciertos bien intencionados pero poco hábiles mecenas encomienden torpemente, a personajes de segunda categoría, tareas que en lugar de procurar buenos ejemplos terminen convirtiéndose en el canon de lo repudiable. En el mejor de los casos será una triste pérdida de tiempo, y de dinero, que van directos al olvido.

Somos testigos involuntarios de casos así y lamentamos la extrema insuficiencia y el cómo algunos disponen las cosas completamente al revés; como nunca debió hacerse, ni siquiera intentarse. Y nos preguntamos ¿cómo se le ocurre semejante majadería a este genio? ¿pero dónde tiene los ojos?. Y ni siquiera consuela saber que no sólo ocurre con las exposiciones, también en el cine, en el teatro, en la edición y en tantas otras disciplinas o situaciones ácidamente llamativas.

Regresando a la colección Doria-Pamphili, desde el XIX cuenta con el camarín construido sólo para albergar el famoso retrato velazqueño y parece ser que desde el siglo XVIII hay en esa benemérita institución un documento que detalla con precisión la colocación que debe tener cada cuadro, según criterios de simetría y afinidad estilística. ¿No está mal, no?. Pero tampoco se pueden pedir peras al olmo, ni fórmulas que proporcionen métodos infalibles. El libre albedrío, la coincidencia afortunada, el sentido de la proporción, el número aúreo, el ojo entrenado, la visión espacial, el conocimiento del artista y su obra, la veteranía, la simetría, el tiempo, la vocación bien dirigida, el saber asimilado, la virtud de distinguir, el gusto, la oportunidad, los guiños de la inteligencia, la orientación, los sentidos bien entonados, el olfato, la vista, la meditación del arte, el oído, la afinidad estilística, la iluminación, el significado del color, la forma y la proporción, la sensibilidad, el contorno, la humedad e incluso el magnetismo….. objetiva y subjetivamente valen y son utilizados simultánea y sucesivamente por quienes pueden y quieren hacerlo. Y podríamos añadir más y más condicionantes presididos por el estudio y la buena educación, pero citado el magnetismo, aunque pueda estar sacado de contexto, permítaseme destacar un párrafo que me ha conmovido del libro “Señor del mundo” , de Robert Hugh Benson (Ediciones Cristiandad. Madrid, 2013) . Dice así:

……….“Gradualmente se dio cuenta de que esta muchedumbre era como ninguna otra que hubiera visto. Para su sentido interno, parecía que presentaba una unidad mayor que cualquier otra. Notaba magnetismo en el aire. Algo así como la sensación de que estuviese en proceso un acto creativo, por el cual millares de células individuales estuvieran siendo amalgamadas más y más cada instante en un enorme ser sensitivo con voluntad, emoción y conciencia. El clamor de las voces parecía tener sentido tan solo como las reacciones del poder creativo que se expresaba a sí mismo.”

Sí, esas muy pocas obras de arte aisladas del mundo; esas exiguas exposiciones cuya coherencia interna emite magnetismo, emociones y espiritualidad manifiesta; que ciertamente las hay, que pueden verse y disfrutarse; que enseñan coraje intelectual y muestran la audacia de sus organizadores y que son lo que ejemplarmente distingue a unos museos de otros, a unas instituciones de otras, a unos mecenas de otros, a unos comisarios de otros. Pero no es preciso eliminar de un brochazo todo lo que no alcanza la excelencia. Basta, y sobra, con no decir al mundo: mirad, mi obra, mi exposición es maravillosa, ejemplar y magnífica. En lugar de deplorar su extrema insuficiencia y pedir muy humildemente perdón. Basta con un mínimo de prudencia, de modestia, de humildad ante un trabajo bien intencionado; sobra toda soberbia. Los grandes lo saben y practican. Los que no lo son, para nuestra desgracia, todavía lo ignoran. No nos dejemos confundir.

 

Gonzalo de Diego

Algo se mueve

Han pasado veinte años. A las 11 de la mañana del lunes 27 de Marzo de 1995 y en un tresillo del agradable patio acristalado del hotel Trianon Palace Versailles, tres personas toman café y mantienen una agradable conversación. Pierre Gassier, primer especialista mundial en la obra de Francisco de Goya, el editor Jan Martens y Gonzalo de Diego. Francés, belga y español hablan de Goya durante cerca de cuarenta minutos. Martens y de Diego han acudido a Versalles, ciudad de residencia de Gassier.

Jan Martens es director de la editorial Fonds Mercator, fundada por Maurice Naessens en 1968 con sede en Amberes. Una de las grandes editoriales de arte del mundo. Gonzalo de Diego, nacido en la tierra de Goya, colabora con el Fonds Mercator en España y es también el responsable de exposiciones de una caja de ahorros en Zaragoza. Gassier, junto con Juliet Wilson, es el autor del mejor catalogo de Goya existente hasta la fecha.

Preguntan a Gassier si estaría dispuesto a dirigir un equipo multidisciplinar, de primer nivel internacional, que realizase el ansiado y necesario catálogo razonado de la obra de Francisco de Goya. Le relacionan a Gassier la nómina de especialistas que compondrían los distintos equipos de trabajo, que serían supervisados y coordinados bajo la batuta del propio Gassier. Y las circunstancias del mercado internacional del arte y su conocimiento, en ese momento, que recomiendan emprender semejante reto editorial. Un trabajo de no menos de tres años, con varios equipos multidisciplinares, trabajando preferentemente en España.

Gassier agradece la invitación pero declina el ofrecimiento pues, según manifiesta, su salud está mermada de un tiempo a esa parte, con problemas de tipo pulmonar y respiratorio y, además, enfatizará más tarde que a su juicio ese tipo de trabajo “está gafado”. Cuenta que unos años antes la editorial suiza Skira le había hecho un ofrecimiento similar y por distintas vicisitudes que no pormenoriza, el trabajo tuvo que ser abandonado. “Algo hay en Goya y su estudio que está gafado, que no permite que se haga”.

Sus interlocutores tendrán que reordenar el trabajo realizado hasta entonces y estudiar cómo enfocarlo de otra manera. Pero en definitiva no será hasta nueve años más tarde, el viernes 12 de Marzo de 2004, cuando haya una nueva reunión, esta vez en Madrid, con la intención de poner nuevamente en marcha lo que allí se acuerda denominar desde entonces como “Catálogo crítico de la obra completa de Goya” que, bajo la coordinación científica y general de Juan Carrete Parrondo, -entonces director de cultura de la ciudad de Madrid   y anterior director de la Calcografía Nacional-, tendrá como hilo conductor de la obra la cronología. Es decir, que su evidente originalidad residirá en el hecho de que no tendrá divisiones artificiales de las obras de Goya según criterios relacionados con el soporte material, sino que el único criterio organizativo de la obra será el desarrollo en el tiempo y en el espacio creativo de Goya.

 

reunion_madrid

Reunión de Madrid.
De izquierda a derecha: Jesusa Vega, Juan Carrete, Nigel Glendinning, Arturo Ansón, José Manuel Matilla y Ronny Gobin.

Para ello se seleccionaron seis personalidades científicas del más alto nivel, que tendrían en el trabajo una responsabilidad colegiada. Se trataba, en esencia, de personalidades eminentes que no estuvieran relacionadas con el mercado de Goya pero sí, y de manera especialmente distinguida, con el mundo académico.

Se formarían dos equipos de investigadores documentalistas, compuestos por dos o tres personas cada uno. El primer equipo tendría su base en Zaragoza (para lo que se solicitó la ayuda y colaboración de Ibercaja en el llamado palacio de Larrinaga) y un segundo equipo con base en Madrid, con la ayuda de la Fundación Carlos de Amberes. Simultáneamente se iniciaba una muy importante realización fotográfica del proyecto que tendría del orden de 2.000 reproducciones, la mayoría de ellas en color.

El estudio sería editado por el Fonds Mercator, que en su prolongada y prestigiosa trayectoria había realizado otros muy importantes catálogos razonados (Memling, Piet Mondrian y René Magritte, entre otros) garantizando un trabajo editorial y científico de primer orden, publicando simultáneamente en las lenguas de mayor difusión internacional y asegurando su correspondiente distribución y difusión mundial.

La obra resultante, estimada en 1950 paginas, en formato de 32,5 x 24,5 cms, sería presentada en tres volúmenes reunidos en un solo estuche, el día 2 de Mayo (fecha muy goyesca) de 2008. El presupuesto, estimado en 1.825.273 euros, fue finalmente imposible de reunir puesto que las instituciones involucradas, por distintas razones que van del silencio administrativo a la imposibilidad material, llevaron a la paralización del proyecto.

 

Un año más tarde, en marzo de 2005 Ibercaja -la primera institución financiera de la tierra de Goya-, asume públicamente su rol de obligado primer promotor cultural de la región aragonesa y anuncia la creación de un llamado “Espacio Goya” que, a la manera real de un museo, reuniría toda la obra de Goya existente en Aragón en un único espacio, en la ciudad de Zaragoza, en el que colaborarían estrechamente el gobierno regional y la citada institución financiera. Se presentó un proyecto muy general y hasta la maqueta del museo, pero todo quedó en nada al cambiar el signo político del gobierno regional en las siguientes elecciones. Mala compañía la política.

 

Desde entonces hasta ahora, nuevo y renovado silencio de casi diez años sobre el asunto (catálogo razonado), sin que ninguna institución ni ningún mecenas hayan recogido el guante de semejante iniciativa. Aunque sí ha habido en los últimos meses muy buenas noticias que hacen renacer la esperanza. Por orden cronológico, el acuerdo entre dos grandes instituciones culturales: el Museo del Prado y CaixaBank, que permite la colaboración a gran escala entre ambas y que irá en beneficio de ambas instituciones y de los muchos visitantes españoles y extranjeros que frecuentarán sus exposiciones conjuntas.

Si esa ya fue una buena noticia, lo ha sido mucho más el acuerdo firmado entre la Fundación Botin y el Museo del Prado, hecho público el 11 de diciembre pasado, mediante el cual, cito literalmente a Elena Viñas en El Confidencial.com:

“Durante los próximos cinco años, la Fundación Botín (del Banco de Santander) y el Museo del Prado redactarán el primer catálogo razonado de los dibujos de Goya, que estará formado por cinco volúmenes, de los que el primero será publicado en 2016.

 

Así lo cuenta la Fundación Botín en un comunicado, en que señala que el proyecto de investigación no solo contempla la catalogación de los dibujos, sino también su estudio y restauración. Hasta ahora, la fuente de documentación que se tomaba como válida era el catálogo razonado elaborado por Pierre Gassier entre 1973 y 1975, cuya información «ha quedado ampliamente superada, aun cuando sigue constituyendo un extraordinario instrumento de trabajo».

 

La publicación de estos volúmenes contribuirá a la puesta en valor de los dibujos de Goya en lo que se refiere a su conservación, pero también en lo que atañe a la autoría, datación y detalles técnicos.

 

En total serán analizados los 520 dibujos que conserva el Prado junto a los 400 que atesoran otras instituciones como el Rijksmuseum de Amsterdam, el Art Institute de Chicago o el Metropolitan de Nueva York.

 

Está previsto que el primer volumen sea publicado en 2016, el mismo año que ha sido programada una exposición sobre los dibujos en el Centro Botín, que será inaugurado en Santander en 2015. Tres años después, en 2019, el Prado acogerá la misma muestra al tiempo que será presentado el resto del catálogo.

 

El Prado confirma que la coordinación y gestión general del proyecto correrá a cargo de la Fundación Botín, que cifra en 1.700.000 euros el presupuesto, mientras que el museo será la «cabeza pensante» del proyecto al asumir la dirección científica, que liderará José Manuel Matilla, jefe del departamento de dibujos y estampas, y Manuela Mena, jefa del área de conservación de pintura del siglo XVIII y Goya.” (sic)

 

Acertadamente se comienza por los dibujos, que son la esencia del trabajo creativo, y podemos decir que se terminó el gafe. Han transcurrido algo más de diez años años desde la reunión de Madrid y veinte desde la de Versalles y todo hace pensar que se rompe el mal fario que se ha prolongado a lo largo del siglo XX. Felicitémonos al fin, todos los que amamos a Goya, y crucemos los dedos para que nada ni nadie turbe el trabajo que nos anuncian, y pueda llegar a su final el bienaventurado día de 2016 en que lo empiecen a mostrar al mundo. Pierre Gassier desde al más allá, y muchos más desde el más acá (D.m.), nos alegraremos en nuestro fuero interno y daremos vivas al arte y a Francisco de Goya. Así como a todos los que lo hayan hecho posible. Y daremos las gracias en calidad de ciudadanos agradecidos por ser culturalmente redimidos, porque los pueblos que desconocen su pasado difícilmente entienden el presente y porque, en consecuencia, tienen graves dificultades para preparar su futuro. De ahí los balsámicos efectos de la cultura, sobre todo en países que, como España, quizás por un exceso de patrimonio son tan ignorantes de lo suyo.

Pero aún queda algo más. Me refiero al estudio de los cartones para tapices de Goya que actualmente se exhiben en una exposición del propio Museo del Prado y en cuyo estudio sus comisarias (Manuela Mena y Gudrun Maurer) los consideran como “uno de los conjuntos más importantes y decisivos para el entendimiento de sus ideas y de la evolución de su arte”. (sic). La novedosa lectura que proponen reúne los cartones de Goya por temas confrontándolos entre sí, pero también con obras de contemporáneos y de predecesores como Tiziano, Rubens o Velázquez.

Así pues, fuera de los Museos de Amsterdam, Chicago, Nueva York o Boston; fuera de Madrid con su Museo de la Academia y Calcografía; fuera, sobre todo y sobre todos del Museo del Prado, salvo el más que meritorio acuerdo de colaboración entre CaixaBank y el Museo del Prado, que es propiedad de todos los españoles, prácticamente no queda nada digno de señalar. Aunque les pese a algunas mal dirigidas Instituciones que, a estas alturas del calendario, todavía están por alcanzar un prestigio cierto en el estudio y el tratamiento de la figura y la obra de Goya.

Dicho de otro modo, podemos concluir que 2015 indica que algo verdaderamente serio se mueve en lo que a Goya concierne en el Museo del Prado, lo que equivale a decir en todo el mundo de Goya. Que Goya empieza a aparecer por entre bambalinas para iluminar la razón del arte y que tenemos que felicitarnos por ello. De manera que a su imagen y semejanza lo ideal, lo perfecto sería que en otros lugares se animasen de una vez a ser serios en la vida, y a no seguir postergando a Goya obligándole una vez más a ceder el paso, a estas alturas, en beneficio de populismos baratos, de iniciativas alicortas de mentalidad agropecuaria, y en definitiva a marginales y manidas improvisaciones provincianas del quiero y no puedo.

Mejor no citar a nadie por su nombre, pero también será mejor no olvidar, nunca, que Goya no es patrimonio de coleccionistas ni de supuestos eruditos especialistas en el más lamentable y mediocre adanismo, sino de todo el mundo, de la humanidad entera. Señores responsables, recuerden a Maquiavelo: “Todos ven lo que tú pareces; pocos sienten lo que tú eres” y déjense aconsejar de una vez por quienes está probado que saben y no por quienes dicen que saben. Aunque sólo sea por contaminación del espíritu del tiempo, por influencia indirecta (percolation), aprendan de una vez a copiar lo digno de ser copiado y a no ser marginales. Tampoco es complicado.

 

Gonzalo de Diego

Zaragoza, 29 de enero de 2015

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