Lo es, sin duda, el anuncio del Museo de Bellas Artes de Boston de que el día 12 de octubre próximo –fiesta nacional de España- inaugurará en su sede una excepcional exposición sobre Goya titulada : “Goya, Orden y desorden” (Order and disorder). La exposición se clausurará el 19 de enero de 2015 y supone la mayor retrospectiva de Goya en USA en los últimos 25 años.

En efecto, como comenté en este mismo blog en julio de 2013, hace exactamente 26 años se presentó públicamente lo que podríamos denominar como antecedente –glorioso- de la exposición que ahora nos anuncian.

En 1984 Eleanor A. Sayre inició y organizó los trabajos preparatorios de la muestra que en espíritu de ejemplar colaboración y ya en 1988 co-dirigió con el profesor Pérez Sánchez, entonces director del Museo del Prado. La magnífica exposición “Goya y el espíritu de la Ilustración”, una exhibición y un catálogo de referencia,  tuvo lugar en el Museo del Prado, Madrid (Octubre-Diciembre), en el Museo de BBAA de Boston (Enero-Marzo 1989) y en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York (Mayo-Julio 1989). El éxito fue más que notable y su repercusión inolvidable.

Pues bien es ahora otra conservadora del Museo de Boston, doña  Stephanie Loeb Stepanek, quien al frente de un brillante equipo de colaboradores ha venido trabajando en la muestra que podremos contemplar a partir de octubre, si tenemos la fortuna de poder viajar a Boston. Gran noticia que desde la ciudad de Goya, a casi 6.000 km. de distancia, vemos con admiración y entusiasmo; sólo por el título elegido, alrededor del orden y el desorden de la creatividad de nuestro paisano, paladeamos un acontecimiento museal que se intuye con claridad como inteligente, atractivo, interesante y retador al mismo tiempo. Sólo esa mención, y la información complementaria, estimula sobradamente nuestra capacidad estética anticipatoria, la capacidad de la imaginación: la gran virtud, o vicio, que André Breton había aprendido de las páginas de Sade: “Querida imaginación, lo que amo sobre todo en ti es que tú no perdonas”.

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Desde la patria de Goya la exposición se adivina como todo un reto. Un asunto que sin duda ha tenido que obligar la agudeza y el trabajo tanto de la señora Loeb Stepanek, de apellido con notables resonancias checas, como de Frederick Ilchman y Janis A. Tomlinson, con contribuciones, entre otros, de Manuela B. Mena y de Gudrun Maurer.  El Museo anuncia que el discurso de la exposición, y del catálogo-libro, seguirá criterios temáticos innovadores, lo cual es muy de agradecer, y ya nos tiene impacientes a casi tres meses vista. Impaciencia en cierto modo premonitoria porque he de rogar al lector que me permita ahora, brevemente, hablar de algo que aunque parezca no tener relación, la tiene. Y mucha. Los franceses, que de eso saben bastante, hablan de que a la hora de comer en un restaurante en el que entramos por primera vez, en una sencilla casa de comidas o en un domicilio particular, por pura intuición sabemos cuándo vamos a comer bien. Es lo que en alta gastronomía se conoce como el efecto umbral que conocen, y dominan, los verdaderos “maître d’hôtel”, capaces de calibrar al cliente desde el instante mismo de la entrada al comedor y que les permite, en un instante, hacerse una idea y, a continuación, anticiparse a los deseos del cliente. Ese mismo efecto umbral yo creo que también existe en el caso de las exposiciones, sobre todo en las exquisitas, en las que suponen un avance y son por ello especialmente paladeadas por los gourmands del arte.

Dejemos la aparente digresión y volvamos al asunto:  Muy de vez en cuando, porque no puede ser de otra manera, tenemos ocasión de que algunos de los grandes museos del mundo –como ejemplarmente lo son en materia de Goya el del Prado en Madrid y el de Bellas Artes de Boston- nos ofrezcan exposiciones ejemplares que inmediatamente se convierten en el renovado canon con el que aumentar todo el conocimiento que tenemos sobre este inmenso artista. Es el caso, afortunado, de la muestra que nos anuncian. Estamos seguros de ello. Más de 160 piezas en exposición, entre pinturas, estampas y dibujos fechados entre 1770 y 1828 y algunas de ellas nunca vistas en Boston, procedentes también del Louvre, Galleria degli Uffizi, Metropolitan, National Gallery y numerosas colecciones privadas.

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Ultima comunión de san José de Calasanz. Oleo /lienzo. 250 x 180 cms. Museo Calasancio. Madrid

Para mí es igualmente muy satisfactorio saber que en tan excelente exhibición figurará el soberbio lienzo de La Ultima Comunión de San José de Calasanz, al que me he referido in extenso en el ensayo Goya al límite que puede leerse gratuitamente en la tienda de Apple ibook store, así como en la web www.realgoya.com . Creo que es una pieza capital, importantísima en la carrera de Goya, una auténtica obra maestra y su elección supone uno de los hitos de esta exposición y un gran acierto del Museo de Bellas Artes de Boston solicitando su préstamo al Museo Calasancio de Madrid. Un cuadro que permitirá a los visitantes de la exposición apreciar la prodigiosa potencia pictórica de Goya en un año clave de su vida, 1819, en el que también pintaría las famosísimas pinturas negras, con un registro completamente distinto. Prodigio de versatilidad conceptual y demostración pedagógicamente impecable de lo que era Goya y cómo se expresaba ante sí mismo y ante el mundo. Esta exposición facilita todo ello con largueza. Gran noticia.

Gonzalo de Diego