“Los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas” (léase ideologías), dice el salmista.

 

El jesuita Ignacio de Loyola (1491 – 1556), en sus famosísimos Ejercicios Espirituales, habla de la composición de lugar, una técnica metodológica mediante la cual el orante ha de evocar y “componer” o recrear en su imaginación una determinada escena, e introducirse en la misma para mejor comprenderla, para interpretarla de manera más acertada y profunda.

A este respecto, voy ahora a intentar acercarme, en la medida de mis posibilidades, a lo que hoy sugieren este tipo de pensamientos y acciones. Y por centrar el asunto recuerdo que desde la primera vez que la leí, siempre me ha llamado la atención esta cita del poeta y editor Gotthard de Beauclair (1907 – 1992) :

“Después del mediodía, la luz se torna preciosa.

Empieza en las sombras el nacimiento de las estrellas.

La gran quietud.

Estás solo.

No abandonado”.

 

Pues bien, mi admirado Riccardo Muti, un napolitano nacido en 1944 que es hoy con toda justicia uno de los más reputados directores de orquesta del mundo, tuvo en la Navidad de 2010, y dentro del llamado Atrio de los Gentiles, un histórico encuentro con el cardenal Ravasi en la Basílica del Ara Coeli de Roma. La parte más culta y más admirable de la sociedad italiana frecuenta de vez en cuando esta clase de encuentros, como aquel memorable que mantuvieron epistolarmente el cardenal Martini y Umberto Eco, a propósito de en qué creen los que no creen.

Riccardo Muti
Riccardo Muti

Intento a continuación traducir la parte del encuentro Ravasi-Muti, que me parece más relevante:

Comenzó Muti afirmando que “Incluso fuera de la música, el siglo XX fue un siglo turbulento, trágico, lleno de horrores. El Arte a menudo tiene la capacidad anticipatoria y predecir la historia, para mostrar por adelantado, de manera a veces desconcertante ¿qué va a ocurrir o acontecer?”

 

Tristes pensamientos • Francisco de Goya

TRISTES PRESENTIMIENTOS DE LO QUE HA DE ACONTECER (DESASTRES DE LA GUERRA)
AGUAFUERTE, PUNTA SECA, BURIL Y BRUÑIDOR
178 X 220 MM.

 

Añade , poco después, que “Llegué a pensar que hay una profunda conexión entre ritmo musical y ritmo cardíaco. La canción en sí, por otra parte, nació cuando el hombre se da cuenta de la inmensidad de la naturaleza y trata de acercarse a ella: levantar la voz y así conseguir elevar el alma.

A mucha música contemporánea, sin embargo, le da miedo cantar, lo evita, se esconde en fórmulas rítmicas de extrema complejidad. En una palabra, no puede comunicar, sale fuera del hombre”.

 

Dice también Muti, “Para mí, la música siempre ha sido una de las energías del universo milagroso, que los seres humanos hemos sido capaces de captar. Me gusta pensar, de vez en cuando, que nacerá un compositor capaz no de inventar algo nuevo, sino de percibir al menos mínimamente la armonía de la esfera celestial que el gran oído de Dios escucha en la eternidad. Podrá parecer una afirmación retórica, pero sigo convencido de que la tarea del arte consiste en llenar el animo del hombre.

El arte del siglo XX, por el contrario, eligió representar los dramas de la Historia, la desesperación y la angustia del hombre. Pero no creo que esto pueda ser suficiente. Creo por encima de ello que todos nosotros tenemos la obligación (lo repito y subrayo: la obligación) de escribir y trabajar para preparar la venida de una nueva y gran estación o época musical. Si me puedo permitir una metáfora que me sugiere el clima navideño, es como si la música contemporánea todavía estuviese esperando su Mesías. Tal vez deberíamos aprender a mirar el siglo pasado como un largo período de preparación para la actividad de un autor, que sea finalmente capaz de recomponer la armonía perdida, sin renegar del trabajo y las experiencias de sus predecesores y atesorar, incluso, la experiencia multicultural. Es este el evento que tenemos que esperar y que, más que ningún otro, debemos contribuir a preparar con nuestro trabajo diario”.

 

Parecen caminos insólitos que, estoy seguro, son de obligada aplicación a un Goya no cortesano, ni retratista, ni complaciente en la corte, ni por   encargos de una aristocracia superficial. Pero que siente semejante pálpito cuando se introduce por entre caminos más arriesgados, más difíciles y más fronterizos, como en las cuestiones tratadas en sus grabados y en las pinturas negras, por ejemplo.

(Fin parte I)

Gonzalo de Diego.