Goya en la literatura 6

Nuevamente Goya y la Música. Esta vez se trata de un homenaje en el año de su centenario, al Maestro Enrique Granados y su obra Goyescas,  inspirada  en la figura de Don Francisco de Goya.

 

Enrique Granados y Campiña nació en Lérida el 27 de julio de 1867. Aficionado a la música desde niño, empezó los estudios de piano con José Junceda  primero y ya en Barcelona, a los doce años,  con el maestro Pujol. En 1887 pasa a París donde continuó sus estudios durante dos años bajo la dirección del maestro Charles de Beriot. En 1889 vuelve a Barcelona entre-gándose a la composición y a la enseñanza del piano, convirtiéndose en una personalidad importante en el panorama artístico catalán y fundando en 1901 la Academia Granados, foco artístico de enorme influencia cuya línea fue luego prolongada con figuras de la talla de Rosa Sabater y Alicia de Larrocha.

Dotado de exquisita sensibilidad y de una elegancia de ideas insuperable, sus producciones ostentan un sello inconfundible de gracia,  espontanei-dad y hondura de sentimientos, especialmente en aquellas de sus obras inspiradas en los giros melódicos y ritmos populares españoles.

Goyescas,  obra para piano, fue presentada el 11 de Marzo de 1911 en el Palau de la Música catalana. . El músico se inspira en la figura de Don Francisco de Goya, el pintor de la nobleza en sus salones y círculos aristocráticos; retratista de monarcas y actrices de farándulas; de gober-nantes y validos; del pueblo disfrutando en los ambientes campestres; de majos y majas enamorados y galanteadores; de intelectuales y filósofos del período de la Ilustración; de la esfera costumbrista y poses palacie-gas…Y sobre todo, en  Goya  creador de los “Caprichos”, “Disparates”, “Desastres de la guerra” y  las “Pinturas negras”.

Los temas musicales verdaderamente goyescos son los populares, referi-dos a los tapices y telas en las que los instrumentos despliegan su sono-ridad al aire libre: “El baile a orillas del Manzanares”, “El ciego de la guita-rra”.  Citaremos ahora las palabras del Maestro Granados sobre su obra:

“He tenido la dicha de encontrar algo grande. Las “Goyescas”, “Los majos enamorados” llevan ya mucho andado. En su paso por el sendero de la verdad, se han cebado en los alamares de las vestiduras goyescas una porción de reptiles. Gracias a esos seres tan bajos me voy perfeccionando. Me sirve como punto de comparación y sin esfuerzo alguno me siento elevar-me sobre ellos. Perdonemos”. “Goyescas es una obra para siempre. En este punto soy un convencido”. “Yo he compuesto una colección de “Goyescas” de gran vuelo y dificultad. Son el pago a mis esfuerzos por llegar. Dicen que he llegado. Me enamoré de la psicología de Goya; de su paleta. De él y de la Duquesa de Alba; de su maja señora, de sus modelos, de sus pendencias, amores y requiebros. Aquel blanco rosa de las mejillas contrastando con blondas y terciopelo negro con alamares; aquellos cuerpos de cinturas cim-breantes, manos de nácar y de jazmín posadas sobre azabaches, me han trastornado…”.

Goyescas  se distribuye en dos cuadernos y un número independiente El Pelele. Los títulos son los siguientes: Los Requiebros, Coloquio en la Reja, el Fandango de Candil, Quejas, o la maja y el ruiseñor, El amor y la Muerte y el Epílogo (Serenata del Espectro).                                                                       Se abre la primera parte con Los Requiebros, de gran envergadura técnica. Se trata de una Jota, en donde sus ritmos se intercalan con una fantasía y colorido desbordantes. Es un alarde del mejor contrapuntismo, brillante hasta el máximo esplendor. La gran cantidad de adornos y ornamentación (mordentes, trinos, arabescos) hacen pensar en maestros como Scarlatti, el Padre Soler o Mateo Albéniz.

Contrasta el Coloquio en la reja, inspirado en ambiente de amor y trage-dia. Magnífica partitura en la que triunfan dos aspectos por igual: el ins-trumental y el vocal. Se exige al intérprete una dulzura especial para abordar estos pentagramas llenos de encanto, melancolía, fogosidad, sensualidad… Las propias indicaciones del maestro nos hacen reflexionar: “Todos los bajos imitando la guitarra”, “con ternezza”, “legatto en las notas graves” y sobre todo reina el “rubato”. Nos referimos al rubato típicamente español, difícil de proporciones, elegante pero atrevido.

Se nos presenta el Fandango de Candil, basado en la tonadilla de las Currutacas modestas, como danza rítmica repleta de riqueza armónica.      El piano se hermana con la guitarra, siendo siempre fiel a la elegancia y refinamientos consustanciales en Granados. En la parte central intercala un bello canto expresivo de hermosa melodía. El tresillo empaña el diseño rítmico de la pieza, recordando el soniquete de la castañuela.

Quejas, o la maja y el ruiseñor, es el fragmento más popular y quizás más inspirado de todos. Los numerosos Trinos permiten oír los cantos de la maja y del pajarillo. El romanticismo imperante en toda la pieza, deja traslucir la gran tensión pasional. Puede considerarse como auténtica joya del repertorio pianístico, por su gran calidad en la elaboración y la forma. Recordemos para su adecuada interpretación unas indicaciones del propio Granados: “Con celos de mujer, no con tristeza de viuda”.

el amor y la muerte • Francisco de Goya

10. El amor y la muerte
Capricho
Aguafuerte, aguatinta bruñida y buril
219 x 152 mm.

Granados, da comienzo a la segunda parte de esta colección, inspirándose en la tremenda dialéctica amor/muerte, presente en los Caprichos de Goya (el título del número 10 es precisamente El Amor y la Muerte). Quizás lo que más nos sorprende en estas páginas es la sencillez de forma y la escritura tan poco recargada. Sin embargo los efectos son empleados con el mejor gusto en la recopilación de temas ya previamente usados, extraídos de las piezas ya comentadas de esta serie. El momento cumbre es aquel en el que el tema de la maja, cobra un acento doloroso. La indi-cación es significativa: “Muy expresivo y como felicidad en el dolor”.

Finalmente, aparece el Epílogo que encierra la Serenata del espectro que remite a la calenturienta fantasía del último Goya. Es un “allegretto” misterioso, de intención fantasmagórica en la copla. Un espectro castizo, tonadillesco, esquelético, desaparece templando las cuerdas de su guitarra…

Otra admirable estampa goyesca de Granados es El Pelele, funciona mejor como pieza aislada que como colofón de Goyescas, ya que su estilo rompe esa suave y dramática línea de la que hemos hablado. De nuevo brilla la Tonadilla, y el virtuosismo y alarde técnico toman aquí las riendas de esta página llena de bravura, brío y efecto luminoso que la convierte en el exponente más claro de la madurez de un Granados consolidado.

Esta experiencia previa, induce al compositor, en colaboración con su amigo y famoso escritor Fernando Periquet, a componer una ópera que aprovechara el mismo material musical de la serie pianística, y cuyo libreto también estuviera presidido por el ambiente goyesco. Según declaraciones de Periquet y Granados, la pareja protagonista se inspira en el propio Goya y la Duquesa de Alba; Paquiro, el torero, es el Martincho que Goya pintó en varias secuencias de La Tauromaquia, y el Capitán se atiene a un personaje de la serie Los Caprichos.

El estreno de la ópera Goyescas, destinada al principio a la Ópera de París, que se canceló a causa de la guerra, se estrenó en Nueva York el 28 de enero de 1916 con gran éxito, al que asistió expresamente el maestro Granados acompañado de su esposa. Allí, pocos días antes, y sólo para zanjar un cambio de escena, nació el «Intermezzo», que fue aplaudido clamorosamente y tuvo su propia historia independiente como brillante pieza de concierto. La ópera en tres cuadros terminó sin embargo, como un huésped insólito y exquisito de los escenarios, incluso en su país.

Cuando regresaban a España, el barco en el que viajaban fue bombar-deado por un torpedo alemán acabando así con esta intensa vida creadora el 24 de Marzo de 1916.

 

Sólo resta sentarse a escuchar la música de Granados, puro placer.

(notas extraídas de Internet:

.Enrique Granados, Goyescas. “Quejas o la maja y el ruiseñor”.

.Los Tesoros de la Biblioteca.

.Goyescas de Enrique Grandos: Goya y Granados al unísono).

Discografía
Columbia 1957: Dirige Ataulfo Argenta y cantan Consuelo Rubio, Ana María Iriarte, Manuel Ausensi y Ginés Torrano.
Audivis Valois 1997?: Dirige Antoni Ros Marbá y cantan María Bayo, Ramón Vargas, Enrique Baquerizo y Lola Casariego.

 

Silvia Pagliano